FlexFighting x Exyo
9 de junio de 2025
Cómo comenzó la relación de Exyo con FlexFighting
Toda esta aventura empezó un miércoles cualquiera, con un mensaje de Flexcidine. Quería darle una vuelta a la web de su gimnasio, porque sentía que la que tenía no terminaba de conectar con su comunidad ni reflejaba de verdad su estilo. Y eso, viniendo de alguien como él, era clave.
Quizá muchos os estáis preguntando: «¿Quién es este tal Flexcidine?». Pues tranquilos, que os ponemos en contexto.
Alejandro Cid —más conocido en redes como Flexcidine— es un creador de contenido que no para quieto. Lo mismo lo ves entrenando judo, que grabando un vlog con Frank Cuesta en mitad de la selva, contándote su día a día con toda la naturalidad del mundo, o marchándose de la nada a Japón de viaje. Su canal es de esos en los que nunca sabes qué te vas a encontrar, pero todo su contenido tiene un sello característico: es auténtico, sin filtros y sin postureo.
Hace poco decidió dar un paso más: abrir su propio gimnasio. Un espacio que no solo sirviera para entrenar, sino que también condensara toda esa energía que transmite online. Ahí fue cuando decidió contar con nosotros. Quería empezar desde cero y construir algo que de verdad representara su mundo, con una web que estuviera a la altura.
La previa: Briefing inicial
Lo que tenían claro Flexcidine y su equipo desde el principio era que la web tenía que ser clara, directa y con personalidad. Nada de florituras, nada de parecer una plantilla más. Querían algo que hablara como Flexcidine habla: sin filtros, sin adornos, pero con intención.
No vinieron con un briefing kilométrico ni con veinte referencias imposibles. Lo que buscaban era algo simple pero con personalidad. Que quien entrara dijera «Pues sí, esto es Flexcidine» sin tener que leer una línea.
Lo mejor es que confiaban en nosotros. Nos dejaron espacio para proponer, para probar cosas. Y eso, en proyectos así, se nota. Porque no se trataba solo de hacer una web, se trataba de construir algo que conectara de verdad con su gente.
El primer asalto: Concepto y referencias
El arranque visual de este proyecto fue una auténtica montaña rusa. Desde el principio sabíamos que no queríamos hacer algo típico o que pareciera sacado de una plantilla. Queríamos un estilo que se sintiera único, con carácter, y que acompañara bien la historia que estábamos contando.
Lo primero que hicimos fue tirarnos de cabeza a buscar referencias. Nos montamos una carpeta enorme con imágenes de todo tipo: cosas que nos gustaban, que nos llamaban la atención, aunque a veces no supiéramos muy bien por qué. Algunas venían de revistas de diseño, otras de fotos raras, estilos futuristas, composiciones que mezclaban objetos y texturas... Un poco de todo, la verdad.

Por ejemplo, esta imagen fue de las primeras que nos encendió la bombilla. Tiene ese rollo tech futurista con toques urbanos, que mezcla muy bien lo digital con lo humano. La silueta del personaje, los colores saturados, ese sol naranja intenso de fondo... Todo transmite actitud y presencia.
Nos gustó porque no se sentía plano ni genérico: tiene una energía que engancha al instante, como si estuvieras entrando en una historia ya en marcha. Y ahí nos dimos cuenta de que queríamos algo parecido: un diseño que no solo sea bonito, sino que tenga flow, que te atrape desde el primer vistazo.
Luego dimos con este tipo de referencias, más minimalistas y directas al grano. Al principio nos parecieron casi demasiado frías, como si fueran sacadas de un catálogo de diseño nórdico o una revista de deporte de lujo. Pero cuanto más las mirábamos, más cosas pillábamos: la fuerza del contraste, lo bien medido que está todo, y cómo cada bloque de texto tiene su espacio, sin pisarse con lo visual.

Gracias a esta estética aprendimos algo clave: menos puede ser más, siempre que esté bien colocado. Nos sirvió un montón para ordenar nuestras ideas, pensar bien en jerarquías y distribuir los contenidos sin perder ritmo. Fue como entender que el diseño no tiene que ir siempre a mil por hora, a veces con solo dos colores y una buena compo puedes decirlo todo.

Algo que también aprendimos con estas imágenes fue la importancia del «aire», del espacio. Vimos ejemplos donde no todo está pegado o saturado, y eso nos dio la clave para dejar que el diseño respirase, sin tener que llenar cada hueco.

Por último, pero no por ello menos importante: El uso del color fue un antes y un después. La idea de ese contraste entre el negro profundo y el naranja chillón nos encantó. No es que fuera la primera vez que veíamos esa combinación, pero aquí encajaba y podría estar muy bien llevada, con tanta actitud y personalidad que nos obligó a replantearnos todo. No huimos del naranja, al contrario: entendimos que podía ser nuestro aliado si sabíamos usarlo con intención.
A partir de ahí, empezamos a jugar con una paleta más marcada, más atrevida, donde los tonos oscuros servían de base y el naranja aparecía como ese grito visual que lo ponía todo en movimiento. No solo aportaba fuerza, también ritmo, emoción, presencia.
Round 2: Diseño impactante
Una vez teníamos claro el estilo que buscábamos, nos metimos de lleno en el diseño. Usamos Figma desde el minuto uno. Es rápido, permite trabajar en equipo sin volverse loco y nos dio la flexibilidad que necesitábamos para probar muchas ideas sin perder tiempo. Es como nuestro cuaderno digital, pero con superpoderes.
Teníamos una idea bastante clara de lo que buscábamos, pero aún así queríamos probar diferentes caminos. En Figma, montamos varias versiones, fuimos ajustando tipografías, layouts, paletas de color…
El archivo se fue llenando de pantallas, variantes y anotaciones. Aunque algunas cosas se descartaron por el camino, cada prueba nos sirvió para afinar más cuál era el resultado que pretendíamos conseguir. Veíamos qué funcionaba y qué no, y con cada cambio nos acercábamos más al resultado que queríamos.
También tiramos de bocetos a mano. A veces lo más directo es un lápiz y un papel. Algunas de esas ideas rápidas sirvieron como esqueleto para bloques completos de la web. Lo bueno de este mix digital-analógico es que nos permitió no quedarnos atascados en lo técnico y mantener el foco en la creatividad.
El diseño final no fue un golpe de suerte, fue resultado de ir puliendo poco a poco. Cada detalle está ahí por algo. Conseguimos un sistema visual coherente, con presencia, que transmite justo la energía que buscábamos desde el inicio. Y lo mejor: se siente único, no como otra plantilla más.
Round 3: Desarrollo en modo beast mode
Una vez teníamos el diseño claro y validado, tocaba remangarse y ponerse con el desarrollo. Y ahí ya sí que no había vuelta atrás. Era el momento de hacer que todo cobrara vida, de transformar esas pantallas estáticas en una web funcional, rápida y que respondiera como un guante en cualquier dispositivo.
Desde el primer clic queríamos que se sintiera ágil, sin tiempos muertos, sin cosas que entorpecieran la experiencia. Nada de esperar a que cargue una animación eterna o perderse entre mil menús. Lo importante era que funcionara igual de bien si la abrías desde el móvil, saliendo del gym, o desde el portátil, tirado en el sofá.
Además, no era solo montar lo visual. Había que cuidar también toda la parte técnica: formularios, sistema de reservas, integración con herramientas externas, control del rendimiento… todo lo que no se ve, pero que hace que la experiencia sea sólida y sin sorpresas raras.
Y sí, hubo momentos de apretar los dientes. Como en todo desarrollo, no todo sale perfecto a la primera. Pero lo hicimos, metiendo horas cuando hacía falta y puliendo hasta el último detalle para que cada cosa estuviera donde tenía que estar.
Porque si algo teníamos claro, es que no valía con que «funcionara». Tenía que sentirse bien. Tenía que tener ese flow que pedía el proyecto desde el día uno.
Round 4: Deploy y knockout
Después de tantas vueltas, pruebas, ajustes y obsesiones por el píxel perfecto, tocaba soltar la web al mundo. Y lo hicimos con confianza. Todo estaba probado, medido y revisado al detalle: desde los tiempos de carga hasta cómo se veía en un móvil, tablet o portátil.
El paso a producción fue limpio. Nada de dramas de última hora ni sustos técnicos. Todo fue como tenía que ser. La web se publicó y empezó a hacer lo suyo: representar al gimnasio de Flexcidine con claridad, estilo y sin necesidad de explicar demasiado. Entrás y lo pillás.
No necesitábamos grandes anuncios ni fuegos artificiales. El verdadero objetivo era que la web funcionara, que fuese auténtica y que estuviera alineada con todo lo que representa este proyecto. Y eso es justo lo que conseguimos: una web que está en su sitio, que no pide permiso y que habla en el mismo idioma que su comunidad.
Post-pelea
El proyecto no se acabó cuando subimos la web. En realidad, ahí empezó otra fase. Desde entonces, seguimos currando codo con codo con Flexcidine y su equipo. Nos encargamos del mantenimiento, resolviendo cualquier cosa que surja y asegurándonos de que todo vaya como un reloj. También llevamos el SEO para que no solo sea bonita, sino que se encuentre fácil y rápido.
Pero más allá del trabajo técnico, este proyecto nos dejó varias cosas que nos llevamos para siempre. Nos enseñó lo importante que es saber escuchar, no solo lo que se dice en un briefing, sino lo que hay detrás: la energía, el tono, lo que no se puede poner en una checklist. Captar esa esencia y convertirla en diseño fue un reto distinto a otros, y nos puso a prueba de la mejor manera.
También nos recordó lo potente que puede ser una colaboración cuando hay confianza de por medio. Poder proponer sin miedo, equivocarnos, ajustar, volver a probar… todo eso solo pasa cuando del otro lado hay gente que entiende el proceso creativo como algo vivo.
Y sobre todo, nos dejó la sensación de estar construyendo algo real. No fue solo una web bonita; fue una herramienta que encaja con un proyecto más grande, que respira la misma actitud, que suma. Así que, sí: esta pelea la ganamos juntos. Pero más que un combate, fue el inicio de algo duradero. Y lo mejor de todo es que todavía queda mucho por delante.
Gracias a Flexcidine y todo su equipo por abrirnos las puertas de su universo y confiar en nuestro trabajo, por dejarnos jugar, proponer y construir juntos.Ha sido un gustazo formar parte de algo que va más allá de una web: un proyecto con alma, con intención, y con una comunidad detrás que lo hace especial. Seguimos en el ring.
El equipo de Exyo